Para los niños actuales, el crecer en una cultura que sobre valora la sociabilidad, la extroversión y el carisma significa un verdadero desafío, sobre todo para aquellos que se comportan de manera más introvertida. Así también esto se convierte en una preocupación para muchos padres, que ven en la introversión, un impedimento para la integración social y desarrollo óptimo de sus hijos. Es por esta razón que, frente a las dudas que surjan acerca del comportamiento de nuestros hijos, es mejor consultar.
Existe la creencia de que la sociedad nos exige ser “sociables” para triunfar, y quienes no posean la extroversión suficiente, no alcanzarán los niveles de éxito esperados.
Fue Carl Gustav Jung a principios del siglo XX quien popularizó el concepto de introversión en su teoría de la personalidad para referirse a las personas con una tendencia a vivir dentro de su mundo interior.
En cuanto a los niños introvertidos, se sabe que poseen muchas cualidades positivas, suelen ser muy observadores y creativos, desarrollan una mayor independencia, ya que la excesiva compañía suele agotarlos fácilmente. A medida que crecen, se centran más en el mundo interior de las ideas y los conceptos.
Como padres también debemos hacer un trabajo personal para reconocer que poseemos creencias, significados y valores que reproducimos de manera automática por no cuestionar a nuestros referentes significativos, ya sea familia o amigos. Una madre o un padre que vivió una infancia difícil en términos de encajar, hacer amigos, sociabilizar o con una sensación de soledad es muy probable que proyecte en su hijo sus propios miedos. Es muy difícil aceptar y permitir ser al otro si primero no me he aceptado ni me he permitido ser a mí mismo. Sin duda esta no es tarea fácil, ni inmediata, pero comenzar a hacerse consciente de nuestras limitaciones y angustias nos ayudará a proyectarlas menos en nuestros hijos y de esta manera, poder dejar que sean quienes son, seres individuales con sueños propios.
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